domingo, 12 de octubre de 2014

Texto informativo
 
La diligencia no salvó a Teresa:
 
 
Teresa Romero no es descuidada. Si se contagió de ébola, en un error fatal al quitarse el traje de protección en aquella habitación del hospital Carlos III de Madrid, no fue por desidia. La auxiliar de enfermería, de 44 años, que lucha por sobrevivir al virus letal tras el malogrado accidente haciendo su trabajo, es una profesional responsable, según sus compañeras en el centro, y una persona “minuciosa” en lo que hace, tal y como la describe su hermano.
Unos y otros coinciden, además, en una cualidad de Teresa que la presupone especialmente atenta al enfrentarse al contacto con los dos religiosos fallecidos por ébola: es aprensiva, incluso “un poco exagerada”, apunta su hermano. Una mujer diligente a la que sobrevino un día de agosto la mala fortuna. Aunque nunca había evitado las situaciones comprometidas.

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